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La pintura de Fabio Mesa constituye un comentario acerca del comportamiento del ser humano en multitudes, a veces errático y a veces seguro, a veces amenazante y a veces apacible, y así lo pone de presente a través del color,  en ocasiones ácido y en ocasiones afable. Las obras no explicitan exactamente la ubicación de la gente, pero si hacen claro que se trata de grandes plazas urbanas dada la sombra de algunos edificios, y también que se trata de gente citadina, que se mueve con facilidad no obstante los obstáculos que pueden encontrar en su camino.

En su obra se vislumbra cierta intención política puesto que los personajes son diminutos, insignificantes, indignos de atención particular, como lo es gran parte de la población planetaria, y en particular la más desprotegida. Algunos parecen hacer fila, con fines desconocidos pero que se pueden entender como una metáfora acerca de la marcha hacia el inexorable fin de todos, o como una crítica a la obediencia que implica hacer colas, observar el orden, seguir, en lugar de liderar.   

Eduardo Serrano
 

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